Monday, October 10, 2011

REFLUJOS/BAÚL DE MAGO


Roberto Burgos Cantor

Es de suponer que quienes observan el transcurrir de la vida colombiana habrán podido establecer los cambios que en un espacio de difícil caracterización, el de la política electoral, vienen ocurriendo.
Tienen utilidad, entonces, las miradas hacia atrás. El vértigo arrasador ha terminado por aislar a los seres de todo cuanto no sea la urgente actualidad, el ahora ruidoso, que han convertido al mundo en una encrucijada de escándalos y de incertidumbres.
Hace años los aspectos relativos a los votos y la representación se movían en la confrontación amenazante de dos ideologías fanatizadas, con sus respectivas adherencias. Una con el matiz de izquierda, la otra con la religión. El designio misional consistía en convertir, no convencer, al contrario o destruirlo . Así se vivieron – si eso es vivir – tiempos de muerte y disputas inútiles que arrojan hasta este presente explosiones de intolerancia, ganas de desquite, enconadas venganzas.
Después un pacto elemental de turnos y reparto en el ejercicio del gobierno entretuvo las diferencias. Los grandes problemas continuaban irresueltos, agravaban su lastre. Y justo por el deseo de solución el ser humano cede su libertad para construir aparatos de regulación, generar equidades y orientar la realización personal.
La exclusión y la ceguera afectan a los procedimientos de reparto cuando se trata de incluir a otros. Estos llegan después o amplían los dogmas severos con los cuales las ideologías apuntalan sus seguridades. En todo caso disminuyen la porción que a partir de intereses sirvió para consolidar el acuerdo.
Hoy las sonoras ideas y los partidos políticos que las enarbolaban como banderines sentimentales se diluyen ante la urgencia de necesidades que no dan más espera. Tantos ilustrados que indicaron por quien votar dejan un saldo frustrante. La igualdad, el campesino, la industria, la salud, la educación, el agua, los tributos. El universo de lo local sostenía, con sus adhesiones inocentes, la ilusión ilustrada. Los mecanismos con que sumaron votos jamás se revisaron, ni se sometieron a crítica. Ahora se impone la anomalía diaria: el empleo, las basuras, el transporte, la policía, los jueces. La brecha entre los discursos y el hambre se hizo intolerable.
El fracaso de los ilustrados, su incapacidad de acercar los ideales políticos a la realidad, el cultivo de las clientelas como rostro de la democracia, la debilidad antes la codicia de los poderes del lucro, el abandono de la educación, fueron alimentando la larva de desconfianza, el exacerbado individualismo al cual conducen los estados de necesidad extrema.
Así los anteriores mandaderos de los jefes ilustrados, desplomados los partidos políticos y sus propuestas gastadas, decidieron abrir la oferta de sus servicios. O ejercer ellos mismos su representación. Quien sabe si esta presencia de ciudadanos humildes postulados para Alcaldes en muchos municipios, sin ideas de gobernar, sea un castigo a las incompetencias anteriores o un purgatorio en el duro esfuerzo de construir una sociedad virtuosa.
Respuesta o manipulación allí está la baraja: carniceros, curas, peluqueros, locutores, chanceros, manicuristas, loteros. Todos alegres de ingresar a la tómbola. ¿Se baraja otra vez?

Publicado en El Universal (Cartagena de Indias/Colombia), 10/10/2011

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