Saturday, April 21, 2012

DE TUPAKATARISTA A ÚLTIMO JACOBINO: RECORDANDO A ÁLVARO GARCÍA LINERA


Por Sandro D Velarde Vargas*

El 4 julio de 1991, fecha en que se recordaba un año más de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, a pocos meses de la desarticulación de los líderes de la Comisión Néstor Paz Zamora (CNPZ), en la calle Abdón Saavedra de Sopocachi, y a un año de la Marcha Indígena por el Territorio y la Dignidad, protagonizada por Tomás Ticuasú y Marcial Fabricano. Grupos de inteligencia del gobierno de Jaime Paz Zamora (1989-1993), daban cuanta, de nuevos atentados dinamiteros a torres eléctricas y la presencia de grupos subversivos en el Altiplano del Departamento de La Paz.
Por ese tiempo me encontraba en el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL) Quito-Ecuador, realizando un curso sobre periodismo televisivo. Con gran entusiasmo, mientras esperaba mi turno en una peluquería, donde futuros “estilistas” ofrecían cortes de cabello gratis. Leía afanado las noticias de un periódico pasado, creyendo noticias actuales. En una de tantas notas de relleno, advertí una que me llamó la atención. Provenía de Bolivia, sobre la voladura de torres eléctricas consignada en la sección internacional del tabloide, atribuyendo las explosiones a grupos terroristas peruanos.
Luego, de retorno al país, enterado por la escasa información registrada en los medios de prensa. Los atentados dinamiteros tenían autoría: el Ejército Guerrillero Túpac Katari (EGTK). Una agrupación de naciones originarias que, en sus panfletos reclamaba el poder político. Fue el detonante para que me interesara en el tema tratando de comprender cuales las razones para que en los noventa, luego de 40 años del triunfo de los “barbudos” en Cuba, surgiera una guerrilla indígena en el país. Casi al mismo tiempo, la televisión mostraba a Abimael Guzmán líder de Sendero Luminoso, ensayar unos pasos al estilo de Anthony Quinn en “Zorba el Griego”, inmediatamente después “El Presidente Gonzalo”, como lo llamaban sus seguidores, enfundado en un traje de cebra, dentro su jaula de fierros acerados, tal cual fiera enardecida, llamaba a los peruanos a la subversión. Mi cuestionamiento seguía retumbando, como abejas en torno a su panal. ¿Existirá alguna relación con los del EGTK?
Años después fui testigo, en vivo y en directo vía CNN, el rescate de los rehenes de la Residencia del Embajador del Japón en Lima. La cámara mostraba a un Fujimori pasearse por las escaleras de la mansión Nipón, como en un safari. Vestido de cazador. Chaleco negro antibalas, mirada arrogante ante sus presas, en este caso, restos de los secuestradores del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA)
Estos acontecimientos me llevaron a desarrollar un interés periodístico muy particular sobre la emergencia de grupos guerrilleros y me condujo a seguir de cerca a los recientemente liberados miembros del EGTK: Felipe Quispe (El Mallku), Álvaro García Linera (Qhananchiri) y Raquel Gutiérrez (Qhuantat WaraWara), que más adelante conjuntamente Félix Patzy, entonces profesor universitario, (ex Ministro de Educación y excomulgado de la candidatura a la Gobernación de La Paz por el MAS) y otros sociólogos como Raúl Prada Alcoreza, ex asambleísta, hoy Viceministro de Planificación Estratégica; conformaron el grupo “Ciencia Social y Acción” que luego se convertirá en “ Comuna”.
Los tres primeros, pasaron de acusados de terrorismo y alzamiento armado a pensadores y académicos[1] sobre la realidad social, que mediante folletos artesanales, hacían circular sus ideas y discusiones en ambientes académicos (tal cual lo hacían en asambleas y cabildos indígenas durante el EGTK) en torno la obra del pensador francés Pierre Bordieu, con argumentos referentes a las “estructuras simbólicas”, “dominación y etnicidad” temas refrescantes para la anquilosada “Inteligentzia” académica de entonces.
De esta forma conocí al actual vicepresidente del Estado Plurinacional. Por entonces atento a las consultas y con aire de guerrillero redimido, elucubraba múltiples y enredadas teorías, a la vez peleando con un mechón de cabello que se negaba quedarse sobre de la oreja derecha.
Poco a poco lo convencí para realizar una serie de entrevistas en televisión sobre temas académicos, lo cual le entusiasmó mucho, ya que de esta manera se foguearía ante las cámaras y la oportunidad de vender su “charque” académico. Resultó siendo “casero” de los diferentes programas que hacíamos en la televisión universitaria. Hablamos sobre Bordieu, y sus categorías analíticas: el habitus y los capitales: social, económico, cultural y simbólico y otros programas de análisis. Incluso discutimos con Raquel Gutiérrez y su reciente publicación: “Desandar el Laberinto”.
De la misma forma entrevisté a Felipe Quispe (El Mallku), que en una de sus célebres frases me dijo que él “era como una K’oha, salida de la tierra, en cambio yo era un q’ariso que había nacido en un hospital y que me pasaron alcoholcito en el poto”, cosa que él y ningún campesino tenían acceso. Respuestas que graficaban y sintetizaban su discurso, que llegaría a impregnar en gran parte de la ciudadanía y en el año 2000, a encumbrarlo como uno de los máximos dirigentes indígenas.
También estuvo, en varias oportunidades el “Chato” Prada, de quien, me comentaba mi contada y reducida audiencia “que no le entendían un carajo”
Luego de varios intentos para tratar de hablar de su incursión armada seduje a ambos, Raquel y Álvaro, para lograr una “exclusiva” como llaman los periodistas a sus entrevistas pactadas y me cuenten su participación en el movimiento armado EGTK.
Llegaron puntuales a la cita periodística. Ella rubia de ojos azules, llevaba un saco de alpaca blanca con unos motivos guatemaltecos bordados en los costados y unos jeans algo ajustados revelaban que estaba un poco subida de peso. García Linera, muy delgado, vestía como siempre, perramos, saco y pantalón negro y una chompa “Beatle” color granate de cuello alto.
Las luces del estudio no los incomodaban, en el ambiente se sentía una adrenalina densa, la mía por empezar la entrevista y la de ellos por su ansiedad de responder con naturaleza. Empecé preguntando trivialidades para bajar la tensión de ¿cómo se conocieron y si tenían un matrimonio común y corriente?. Rápidamente dejaron las trivialidades y se fueron al grano. Me contaron su acercamiento a los movimientos de solidaridad con la revolución de Guatemala y el Salvador. Entonces empecé a disparar con preguntas más directas ¿de qué forma fue su acercamiento al movimiento indígena? “En particular soy una criatura de esa época”. Me dijo. García Linera refiriéndose a los movimientos indígenas de los ‘70. “Una época de mucha politización, de un ascenso popular, vamos a vivir el primer cerco aymara de fin de siglo, ante medidas de Lidia Gueiler”.
“Una gran movilización de la Confederación Sindical Única de Campesinos de Bolivia, a la cabeza de Genaro Flores marcará mi trayectoria intelectual durante los siguientes veinte años”. Una obsesión sana retruqué. “El tema del racismo no lo había visto en su dimensión tan dramática, continuo Linera, cuando estuve aquí. El ’79, me toco ver y eso, para mí fue muy impactante ante los símbolos las señas los lenguajes, la escisión de la Bolivia de los q’aras y la Bolivia indígena que ya se evidenció ese año.
Desde aquel año, hay un esfuerzo por entender que es lo aymara, que es lo indígena, que es la comunidad, a donde apunta. Y si tú te fijas en mi producción teórica desde el año ’85, cuando escribo mi primer libro; lo indígena lo aymara, lo comunal va ha ser una obsesión y lo sigue siendo hasta estos días.
¡Y de verdad me fijé! Esa obsesión se eclipsa en uno de sus escritos seminales donde se advierte a un Qhananchiri sumamente radical adicto a un marxismo ortodoxo. Cuando identifica al enemigo de clase dice “… Esta eliminación a sangre y fuego como medio necesario para inmediatamente construir una nueva sociedad, dirigida contra el corazón del sistema burgués de producir y dominar tampoco puede detenerse frente a los capitalistas o pequeño burgueses de origen Aymara o Quiswa porque, como bien se ha señalado, el carácter de la lucha no está centrado en la primacía de la reivindicación histórico- cultural, sino que este es un componente adquirido y reorganizado a partir de la lucha contra las relaciones de explotación y dominación impuestas. De allí como usufructuarios o cómplices satisfechos de esas relaciones, las fracciones enriquecidas de raíz histórico-cultural-natural Aymara Quiswa, se presentan tan ajenos y enemigos contra cualquier q’ara burgués citadino y se vean empujados a correr la misma suerte que ellos: ser despojados de todo poder, de toda riqueza y de todo privilegio…””[2]
En aquellos tiempos lo importante para el joven Álvaro García Linera no era las reivindicaciones histórico culturales, es decir el desmontaje colonial, el restablecimiento del tawantinsuyo, la pachamama, la cosmovisión andina, etc. Al menos eso se advierte en la cita. La destrucción de todo orden burgués incluso a costa de los propios aymara- quechuas que ostentan grandes capitales y riquezas que los ve como enemigos de clase, cómplices y satisfechos del habitus capitalista.
Luego de una pequeña discusión, sobre su ascendencia pequeño burguesa, lo cual García Linera fue enfático en relatar que provenía de una familia de carencia económicas. Una familia dividida y que su madre sola sacó adelante a sus cuatro hijos. Dijo. “Fue como que invertir en capital cultural, es decir, un esfuerzo permanente de ella, que antes de proporcionarnos estabilidad económica, una casa o lujos, lo que nos proporcionó fue la posibilidad de estudiar en un buen colegio”.
Raquel Gutiérrez se mostró más llana a la pregunta y me dijo “Si tú hablas de ricos mexicanos hablas de los que salen en los cien primeros nombres de la revista FORBES, hablas de gente que tiene fortunas de más de mil millones de dólares, etc. Entonces para los parámetros mexicanos yo no soy de una familia muy acomodada, aunque por supuesto soy hija de médico con una solvencia económica más o menos amplia. No tenía restricciones”.
Mi preocupación en ese momento fue saber cual su orientación ideológica y si el marxismo era el instrumento para comprender las estructuras indianistas y llevar adelante la revolución. El rostro de Linera se tornó desafiante y sentencio “Yo vería dos grandes corrientes, dos grandes flujos que han permitido formar nuestro pensamiento y nuestro compromiso político y la orientación de nuestras investigaciones. Uno es el marxismo que manejaba gran parte de la izquierda de este país. Siempre lo hemos visto con mucho desprecio. Veo a la izquierda boliviana, el Partido Comunista de Bolivia, el POR, el ELN, PS-1, MIR toda la fauna de siglas que había en esa época; particularmente las veía con un desprecio memorable por la ignorancia, el esquematismo y el carácter rígido de ese pensamiento. Entonces esa es una corriente, el marxismo. Y la otra corriente para el grupo, para los compañeros y particularmente para mí, es la corriente del Indianismo Katarismo.
Además, esa parte me permitió poderme conocer, involucrarme en la vida de las comunidades e intentar reflexionar, teorizar sobre sus potencialidades políticas. Entonces vería esos dos grandes flujos: ese marxismo anclado en los clásicos, en Marx, en una lectura sistemática de Marx y un Indianismo Katarismo resultante de las luchas indígenas campesinas, que enriquecieron mi concepción teórica.
Ayar Quispe en su libro “Los Tupakataristas Revolucionarios” contrapone esta afirmación; la de conciliar “el ‘marxismo’ y el ‘tupakatarismo revolucionario’ en el EGTK, ya que ellos (refiriéndose a los marxistas del EGTK de aquel tiempo) no tomaban en cuanta la base doctrinaria e ideológica de Tupak Katari, sino solamente su nombre. Por tanto, nunca fueron ‘kataristas’ o mejor dicho ‘Tupakataristas’. En cambio, los indios que pertenecen al EGTK, tampoco han asumido o han aceptado para sí el ‘marxismo’ pues los consideraban una ideología colonial u occidental”[3]
A esas alturas la entrevista se puso sumamente interesante, y debo confesar que en ese momento de la charla me sentía algo tenso, clavado al asiento. Preocupado cómo iba a plantear mis siguientes preguntas. La forma como guiaría el diálogo sin generar acusaciones o susceptibilidades, ya que si alguna palabra me fallaba, (en sentido de imputarlos o condenarlos desde mis preguntas) podía enfriar el diálogo.
Sudaba frío y no tuve más remedio que seguir adelante con mi estrategia. Así que disparé a quemarropa sin importarme cual su reacción y les dije. ¿Cómo se vinculan al Ejercito Guerrillero Túpac Katari (EGTK), como es que deciden ser “violentos”, tomar las decisiones con un carácter más radical?
“Si tú quieres dijo, García Linera, nuestro modelo era Túpac Katari, Zárate Wilka, nunca habíamos imaginado, ni imaginamos un grupo de compañeros bien intencionados que van a organizar a la gente para arrastrarlas detrás de un ejército, no, no. Nuestro modelo de acción política indígena era un levantamiento, una gran sublevación indígena de hombres, mujeres, abuelos, niños, que asuman el control territorial, tomen el poder local extiendan sus redes a nivel departamental, cercar la ciudad tomar el poder apoyados con el movimiento obrero, movimiento popular organizado. Esa siempre fue nuestra intención. Entonces el EGTK como estructura cerrada lo que hacía, no era conducir a esta movilización sino era reforzar preparar, promover, difundir la necesidad de la rebelión”.
¿Cuándo surge la relación con Felipe Quispe? atiné a complementar la pregunta, que a esas alturas ya parecía un careo. “El provenía de la experiencia del MITKA con un grupo de compañeros y es a partir de él que nosotros nos podemos acercar más a las comunidades, yo creo que va a ser un aprendizaje mutuo. Él se va a incorporar al trabajo obrero y minero que habíamos abierto desde el año ochenta y tres. Es un compañero que ha participado en la marcha por la vida con los mineros, ha dado cursos en las minas, cargando su vídeo y sus folletos. Él nos va a llevar a las comunidades, y a transitarlas, las conocía muy bien. Tiene una capacidad oratoria extraordinaria. Permanentemente abría, seducía a las comunidades, nos va enseñar a conocer, a caminar, entender el mundo indígena campesino aymara.
Las manos me sudaban la garganta me dolía y seguimos nuestra conversación que se prolongó en temas de la voladura de torres eléctricas. Les pregunté si ellos fueron revolucionarios, terroristas o guerrilleros. La experiencia en la cárcel, las torturas. Concluimos con la descripción pormenorizada de sus arrestos.
Con el paso del tiempo, seguí invitando a García Linera a ser análisis político, para que desarrollara sus pensamientos. Poco tiempo después se convirtió en el analista de moda, por el modo de interpretar la realidad, una espacie de “vedette” mediático que paseaba su pensamiento por la mayoría de canales de televisión hasta que por entonces el candidato Evo Morales en el 2005 lo invitó a ser su acompañante de formula convirtiéndolo en vicepresidente de Bolivia.
*Periodista docente universitario.

Felipe Quispe
“Yo le dije al Álvaro: nos haremos la prueba para ver, si servimos para la lucha armada”


“Yo estaba en Centro América, me encontraba con el segundo comandante del Ejército de Liberación Nacional, se trata del Negro Omar. En esa época él era bien cotizado porque era el segundo hombre del Chato Peredo y me contaba el fracaso en Teoponte. Hemos estado en Guatemala en México y en El Salvador, ahí aprendí hacer la Guerra de Guerrillas, regresé el año 1984. En el congreso campesino de la Federación de La Paz fui nombrado como secretario de organización y tenía varios compañeros que estaban organizando los Ayllus Rojos en las comunidades. Estuvimos tres personas, Fernando Surco de la Provincia Pacajaes, Calixto Jayllita de Camacho y yo de Omasuyos. De pronto un día nos encontramos con Juan Rodríguez Guagama, yo no lo conocía, me lo presentó Surco y hablaron de su experiencia en el Ejército Guerrillero de los pobres en la Argentina de esta forma nos hicimos amigos. Un día me dijo hay tres jóvenes, igual que ustedes. “Son tres locos que quieren hablar con ustedes”. Nos citamos en un alojamiento de la calle Bozo, ahí los vi. Eran dos jóvenes blanquitos y un minero. Él (García Linera) se presenta como “José” nos dan folletos, totalmente marxistas. No conocían absolutamente nada del indianismo y tupakatrismo. Tenía el pensamiento de crecer, ser un hombre importante pero a través de nosotros, agarrándose del poncho del indio.
Estaba buscado ser comandante, ser famoso como el sub-comandante Marcos. Ser el único que habla escribe libros, mientras los indios están ahí abajo. Después que llega al gobierno, ahora ya es otra persona, ya no anda como en aquellos tiempos, hay que verlo con todo lujo, con corbata, habla un castellano más fino, más académico. A cambiado mucho, yo no diría que es el Álvaro de los ’90 ha vuelto a su vieja camada. El no es un pobre indiecito como nosotros que de verdad habíamos pensado hacer la lucha armada en el país”.

OSCAR VEGA
“Fueron calificados como los intelectuales del caos”


“En 2003 Comuna y sus integrantes nunca estuvieron como simples observadores pasivos ante estos procesos, hubo una militancia un compromiso y un trabajo permanente. Álvaro García Linera, logra articular en el ámbito académico lo que pareciera estar separado disyuntivo y no podía tener relación: la matemática, el marxismo, la política y la militancia.
De esta forma cobra mayor notoriedad y va ser atacado como alguien que es tremendamente peligroso es en los espacios académico y los medios. Tanto como Álvaro, muchos otros de “Comuna”, un tiempo fueron calificados como los intelectuales del caos por su llamado en los distintos medios, en sus distintas participaciones a la movilización y a la capacidad de trasformación.
En la actualidad creo que podemos encontrar líneas de continuidad en el deseo de revolución. Lo que ayuda a dar un espesor, un núcleo a esta trayectoria es el tema de compromiso y militancia con los ámbitos discriminados y explotados: el carácter plebeyo e indígena que es la mayor fortaleza de la trasformación. La Revolución es una forma de entender necesaria e importantísima que fue una forma de responder en el siglo diez y nueve y en siglo veinte. En el siglo veintiuno es un contexto completamente distinto. Hoy en día el marco de las transformaciones no puede responderse como en el pasado”.


[1] Lo de académico también le llega a Felipe Quispe que es egresado de la Carrera de Historia de la UMSA, con varios libros publicados. Aunque él sigue en la lucha de liberación y autogobierno indígena
[2] Citado por Jaime Iturri Salmón. EGTK: La Guerrilla aymara en Bolivia.
[3] Quispe, Ayar. Los Tupakataristas Revolucionarios. El paréntesis es mío.

Publicado en el blog del autor, agosto, 2010

Foto: Alvaro García Linera

2 comments:

  1. Exelente articulo, volví a esos años donde las cosas que estamos viendo hoy; como la inclusión de los indios eran una irrealidad, si algo tengo que ponderar a este gobierno es eso precisamente que tal ves era el sueño de aquellos que pensaban tomar por las malas y sitiar a La Paz para lograr tomar el gobierno, tal ves Evo fue mas inteligente y llevo a las urnas sus ansias de que así fuera, de todas formas fue una mejor opción, ya que no vale la pena morir por nada, la vida es un bien preciado, y las cosas se dan por que así es como las merecemos.....

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  2. El último jacobino está enamorado de sí mismo y del poder, lo que no le deja ver el bosque, quizás esto sea lo más peligroso para el proceso, pues nos conduce a la construcción del fracaso.

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