Thursday, August 8, 2013

El Rodillo, la Swástica y el Wunderteam


CLAUDIO RODRÍGUEZ MORALES

La primera noticia que tuve sobre este episodio está contenida en el prólogo de un libro de anécdotas del fútbol chileno. En principio puede sonar extraño, pero no lo es en absoluto. La suerte de nuestros pueblos, en éste como en otros ámbitos, tiene más semejanzas que diferencias, por más que patrioteros de ambos lados de la frontera hagan hincapié en resquemores y viejas heridas que de hecho existen, no lo vamos a discutir.

Aprovechemos que historia y leyenda coinciden en hora, día y lugar. Más aún si esto no siempre ocurrirá a medida que avancemos.

Medianoche, 28 de julio de 1927 en la casa de Ricardo Arbe, ubicada en Sáenz Peña 754, Solar Santa Ana, Puerto del Callao. Un grupo de muchachos entre 11 y 15 años del Colegio Marista entonan el Himno Nacional para recordar los 106 años de Independencia del Perú. Con su canto emocionado y una que otra desafinación propia de la pubertad, dejan sellada la fundación del Club Sport Boys Association, nombre inspirado de la rama de natación “Old Boys”.

El color original de la camiseta les otorga el apodo de “Los Rosados” y, más tarde, “La Misilera”, en alusión al puerto, las aguas del Pacífico, el fútbol, los disparos y los goles. Campeonatos nacionales y participaciones internacionales son una prueba indeleble de aquello. Nada que discutir. El nombre de Sport Boys queda inscrito en el siglo XX entre los grandes del fútbol peruano, junto a Universitario de Deportes, Sporting Cristal y Alianza Lima.

Sin embargo, los hinchas de Sport Boys aseguran que su mayor patrimonio histórico radica en el aporte a la Selección Peruana de Fútbol que participara en las Olimpiadas 1936, organizadas por la Alemania Nazi en su momento de mayor esplendor.

El punto de partida de esta gesta es el enfrentamiento entre un combinado preolímpico –integrado por jugadores de Alianza Lima, Universitario de Deportes y la Círcolo Sportivo Italiano, todos clubes de la competencia local- y Sport Boys. Estos últimos ganan el compromiso 3 goles a 1 y sus once titulares, según las versiones que los propios hinchas han repetido durante décadas, no tardan en ser incorporados al equipo olímpico, no sin antes superar las duras pruebas médicas y de resistencia exigidas por la dirigencia.

De acuerdo a los registros de la época, la alineación del equipo de Sport Boys corresponde a Víctor Marchena en el arco, Raúl Chappell y Guillermo Pardo en defensa; Segundo Castillo, Carlos Portal y Miguel Pacheco en el mediocampo; Aquiles Westres, Jorge Alcalde, Alberto Baldovino, Guillermo Arostegui y Teodoro Alcalde en el ataque. De ser cierta la afirmación de la hinchada, la mayoría de estos cracks, por no decir todos, hace sus maletas para vestir la camiseta de la banda sangre en tierras teutonas.

La segunda parte de la historia -y de la leyenda- la aporta la gira realizada a Chile, en 1935, por Alianza Lima, uno de los clubes más longevos del fútbol peruano, campeón consecutivo entre 1931 y 1933 y también de ese año. En la ocasión, su efectiva delantera propina a los equipos locales sendas goleadas en los Campos Sport de Ñuñoa (futuro Estadio Nacional) y Playa Ancha de Valparaíso, ambos recintos deportivos convertidos décadas más tarde en centros de tortura del dictador Augusto Pinochet: los derrotados son Magallanes (1- 3), Colo – Colo (0 – 4), Audax Italiano (0 – 2), Unión Española (1 – 3) y Wanderers (1 – 3).

Los hinchas – cronistas cuentan emocionados que tras esta gira la delantera de Alianza se gana el apodo del “Rodillo negro”, por cuanto tres de sus jugadores, Lavalle, Magallanes y Villanueva, pertenecen a esta raza. Antecedente suficiente para que el trío forme parte de la Selección Olímpica y los hinchas los consideraran la base de aquella accidentada gesta en el Viejo Continente.

Una historia más silenciosa pero con pergaminos que lucir es la del Club Universitario de Deportes, fundado en 1924 por estudiantes de la Universidad de San Marcos, con 25 títulos a su haber, y subcampeón de la Copa Libertadores de América de 1972.

Haciendo valer lo establecido en las bases del campeonato de 1934, Universitario exige a la Federación Peruana de Fútbol un partido para dirimir el campeón de ese año con Alianza Lima. La “U” triunfa por dos goles a uno, poniendo fin a la racha de tres años de sus clásicos rivales limeños. De ese equipo destacan el defensa Orestes Jordán, el mediocampista Carlos Tovar y, sobre todo, el delantero Teodoro “Lolo” Fernández.

FÚTBOL TOTAL

En 1921, en el pleno corazón de Europa, el entrenador Hugo Meisl tiene su segunda oportunidad de dirigir a la selección de Austria. Su receta radica en mover el balón a ras de piso, dar los pases cortos y presentar una alineación con sólo dos defensas, tres mediocampistas y cinco atacante (conocido como W – M). Su filosofía se resume en la máxima “la mejor defensa es un buen ataque”. Para hacerla realidad, los jugadores ponen en práctica una marca asfixiante al rival, de manera de recuperar el balón lo antes posible y así dirigirse sin demora al arco contrario. Además, se modifica la dieta proteica de los seleccionados, disminuyendo el consumo de carne y aumentando los hidratos de carbono.

Meisl no es un novato en esas lides. Ya en 1912 se desempeñó como entrenador de Austria, labor interrumpida en 1914 para participar como combatiente del ejército en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, ahora es el momento de poner en práctica las enseñanzas que recibiera de su maestro, el escosés Paul Hogan, padre de la conocida “Escuela del Danubio” o “fútbol moderno” y antecesor de la “Naranja Mecánica” holandesa de los años 70.

El trabajo de Meisl comienza a rendir fruto a partir de 1931: 14 partidos invictos, 11 victorias y 3 empates. Y goleadas históricas a selecciones como Alemania, Hungría -quien tras esta humillación adoptaría el estilo de Austria con éxito en campeonatos mundiales venideros- y Escocia.

Entre 1931 y 1934 Austria alcanza un nuevo record: 31 partidos, 28 victorias, un empate, dos derrotas y 102 goles. Se ganan el mote de favoritos para el Mundial de Italia de 1938 al derrotar a los locales por 2 goles a 4 en el Estadio Mussolini de Turín en un partido de preparación.

Durante su paso por este campeonato, el ya reconocido “Wunderteam” (equipo de ensueño) deja en el camino a Francia y Hungría. Los italianos se toman la revancha, eliminándolos de su paso a la final, pero sin poder borrar lo logrado por el técnico Hugo Meisl y sus discípulos.

OLÍMPICOS

Los archivos entregan la siguiente alineación de un risueño equipo peruano en los Juegos Olímpicos de 1936: en el arco Juan “Mago” Valdivieso, quien también cuenta con dotes de goleador (Alianza Lima); en la defensa Oretes Jordan (Universitario de Deportes), Carlos Tovar (Universitario), Arturo Fernández Meyzan (Ciclista) y Víctor Lavalle (Alianza); en el mediocampo Segundo Castillo (Sport Boys), Alejandro “Manguera” Villanueva (Alianza); y en la delantera Adelfo Magallanes (Alianza), Jorge “Campolo” Alcalde (Sport Boys), José “Cholo” Morales (Alianza) y Teodoro “Lolo” Fernández (Universitario).

La participación de Perú en esos Juegos Olímpicos comienza de la mejor manera: derrotan por 7 goles a 3 a Finlandia, gracias a la acción –como es de esperarse- del “Rodillo Negro”. Esto le permite pasar a los cuartos de final y jugar frente a un equipo que cuenta con una condición casi de local y favorito: el “Wunderteam”.

En este momento comienzan a surgir las versiones y los diferentes registros. Austria corresponde al país natal del entonces Führer Adolf Hitler, motivo por el cual acompaña a su selección desde las tribunas de honor. Lejos de intimidarse, Perú vence en un accidentado partido por 4 goles a 2 al “Wunderteam”, después de estar en desventaja 2 goles a 0 y con la anulación de tres de sus conquistas. Este antecedente, más la decisión de la FIFA de repetir el partido a puertas cerradas dan origen a la leyenda y dejan a la zaga a la historia. ¿El motivo de la decisión de repetir el partido? Las medidas de la cancha no son las reglamentarias.

El Presidente de facto peruano, el general Óscar Benavides (se había quedado en el poder después de anular las elecciones de 1933), hace un alto en su persecución de comunistas y apristas y ordena a la delegación olímpica regresar al país el 11 de agosto en señal de protesta, lo que se cumple de inmediato. Las fotografías de la época muestran el recibimiento heroico de los futbolistas en Lima por haber sido capaces de despreciar la prepotencia Nazi.

“Yo estaré siempre a la cabeza de todos los peruanos cuando se trate de dignificar el esfuerzo y robustecer los sentimientos patrios, que son los vínculos indisolubles que rigen las nacionalidades”, declara el mandatario.

La Sociedad Nacional de Industria aprovecha hace su aporte en exaltar el espíritu nacional con un lema difundido por los medios de comunicación: “Consuma productos peruanos, su nacionalismo salvará al Perú”.

MITO

El paso de los años le otorga el carácter mito, reforzado por las visiones entregadas por los hinchas – cronistas peruanos y aún más por las recientes reflexiones del escritor uruguayo, Eduardo Galeano, siempre proclive a exaltar las gestas llevadas a cabo por los marginados del mundo.

“¿Por qué no lo han difundido? (…), tendría que enseñarse en las escuelas –se cuestiona Galeano en una entrevista televisiva. Más adelante plantea lo que un maestro debe decir en las aulas-. (…) ¿Saben una cosa niños? Nosotros pertenecemos a un país que humilló a Hitler”.

La participación olímpica que tanto entusiasmo ha despertado en los futboleros sudamericanos se encuentra conformada por los siguientes elementos:

1. La derrota que Perú le propinó a uno de los equipos más poderosos del fútbol mundial.

2. La intervención de Adolf Hitler para modificar el resultado de este triunfo.

3. La presencia masiva de peruanos en el estadio Hertha Platz dispuestos a hacerse respetar.

4. Las actuaciones descollantes de los jugadores peruanos que incluyó un penal atajado por el arquero Valdivieso y los cinco goles de “Lolo” Fernández.

5. La contundencia del “Rodillo Negro” al humillar al fútbol científico del “Wundersteam”, lo que fue considerado inconcebible por la propaganda Nazi.

6. La serie de trabas –incluyendo una marcha de partidarios del Nacional Socialismo por las calles de Berlín que detuvo el tránsito por unos minutos- que impidió a la delegación peruana llegar tiempo al Comité Olímpico para defender su postura, motivo por el cual prevaleció la impugnación austríaca.

7. El regreso de la comitiva a Lima en medio de vítores por su condición de héroes nacionales.

Así como Galeano, también han surgido en el último tiempo voces discrepantes con esta aventura futbolística –tanto peruanas como europeas-, al punto de desestimarla en parte o completamente. Estas voces se podrían resumir en:

1. Perú le ganó a un equipo austríaco amateur.

2. Hitler no estuvo en las tribunas ni tuvo injerencia en la eliminación del equipo sudamericano.

3. La repetición del partido se debió a que un puñado de hinchas peruanos invadió el campo y agredió a los austríacos. En esto hay discrepancias en el número, que van de uno a mil.

4. No existe registro que avale que el “Mago” Valdivieso atajara algún penal, así como tampoco de goles peruanos anulados.

5. El “Rodillo Negro”, conformado por delanteros de raza negra, hábiles y certeros, no sería tal, sino más bien historias ficticias de acuerdo a la tendencia de los hinchas. La mayoría de los jugadores peruanos era de tez blanca.

6. La fallida apelación peruana se debió a la negligencia de los dirigentes que no llegaron a la hora fijada por los organizadores para hacer su defensa.

7. La recepción heroica de los jugadores fue una puesta en escena del régimen de Benavides para acallar las protestas de descontento de la oposición.

Después de mucho trajinar, y queriendo hacer una pequeña marca en el océano de nuestra historia futbolera, he aquí una humilde contribución a la historia del “Rodillo Negro”:

1. Perú sí derrotó a una de las mejores selecciones del mundo de la década del 30. El “Wunderteam” se encontraba en su momento de mayor esplendor y que duraría hasta su participación en el Mundial de Italia de 1938, independiente si sus astros fueron o no titulares (¿acaso tiene que estar Pelé, Zico o Ronaldo en la cancha para que valga la pena ganarle a los brasileros?).

2. Si bien la racionalidad y los antecedentes apuntarían a la ausencia y a la no intervención de Hitler en la determinación de repetir el partido, la historia posterior del Nazismo ha demostrado que su accionar no estuvo basado en decisiones cuerdas y la lógica no aporta demasiado a la hora de hablar de genocidio, exterminio y superioridad racial.

3. Ya sea porque las dimensiones de la cancha no son las adecuadas o bien porque hubo invasión de hinchas a ésta, la medida de anular el partido resulta excesiva y, por decir lo menos, antojadiza. Si fuese así de tajante el fútbol, con sanciones de ese tipo a las barras bravas, varios clubes importante de Chile estarían jugando en tercera división.

4. La delantera peruana contó con una notable efectividad: 11 goles en dos partidos.

5. De los 11 jugadores peruanos que vencieron a Austria, tres eran de raza negra: Magallanes y Villanueva (mediocampista y delantero), más Víctor Lavalle (defensa), todos de Alianza Lima, sin olvidar a los ocho guerreros restantes y sus correspondientes equipos. Motivo más que suficiente para hablar del “Rodillo Negro” –en algunas partes de un negro intenso y en otras, plomizo- en las Olimpíadas de 1936.

6. La decisión de repetir el encuentro fue en directo perjuicio del equipo peruano y bien estuvo al no aceptar tamaña afrenta.

7. La recepción heroica de los jugadores en Lima constituye una muestra del fervor popular que ha despertado siempre el fútbol en todo el mundo y más aún cuando los triunfos no son el pan de cada.

Lo digo con conocimiento de causa y frustración recurrente.

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De EVOLUCION DE LA ESPECIE (blog del autor), 08/07/2013


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