Wednesday, July 23, 2014

Entrevista con Alejandro Suárez


Guillermo Ruiz Plaza

Alejandro Suárez Castro (Habana, 1971) estudió ingeniería informática, pero escribe novelas. Desde 1998 reside en Santa Cruz, Bolivia. Ha publicado tres volúmenes de relatos: Desayuno en la cama (Tercer Premio Municipal de Literatura de Santa Cruz de la Sierra, año 2001), El mundo de José e Irina, el sexo y la nueva izquierda. Ha escrito y dirigido (en colaboración o en solitario) tres cortometrajes. El perro en el año del perro, su primera novela, fue premiada en el concurso auspiciado por la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno por el 450 Aniversario de Santa Cruz. A mi ver, El perro en el año del perro destaca en la literatura boliviana contemporánea por su prosa brillante, su solidez narrativa, la calidez y hondura de sus personajes, la frescura cinematográfica de sus capítulos, así como por un humor fino y mordaz. 

-Cuéntanos de tus primeros libros. ¿Cómo los ves ahora, con la distancia?
Lo primero que publiqué fue Desayuno en la cama, ganó el tercer premio del concurso de la alcaldía de Santa Cruz en el 2001, es un libro bastante vergonzoso del cual solo les mostraría a mis hijas la carátula y alguna que otra página cuidadosamente escogida. Bueno, en realidad exagero, pero los cuentos son bastante precarios en su "hechura", se le salen las costuras por todas partes pero creo que fue Fito Páez el que dijo una vez en una entrevista a propósito de su primer disco (del cual no se sentía muy contento): “ese soy yo tratando de crecer”.

-Para ti, ¿son cuentos mal hechos?
No, a ver, los cuentos no son malas historias, sino que les falta técnica, artesanía, manejo del lenguaje, es medio precario todo eso; pero las historias las volvería a contar tal cual (excepto una que no contaría otra vez). De hecho, unos cinco cuentos los reescribí para "Irina, el sexo y la nueva izquierda".

-¿Qué vino después de “Desayuno en la cama”?
"El mundo de José", con la Hoguera. En la portada dice que es un libro de cuentos, pero no es tan así. Sucede que más de la mitad de los textos que hay ahí nacieron como poemas, en la época en que aún escribía poesía. Pero un día me di cuenta de que (1) ya no escribía poesía (2) los textos estaban a medio camino entre la poesía y la (digamos) prosa poética (que no sabría exactamente cómo definir) y (3) algunos de ellos se merecían la salir de la gaveta. Así que con ese tono medio poesía medio fabula, armé ese proyecto y lo completé con otras cosas que escribí para la ocasión. Con El mundo de José estoy bastante en paz, si lo releo no se me revuelve el estómago, de hecho me gustaría algún día volver a hacer algo así.

-¿Eran cuentos poéticos?
Más o menos, como te dije, muchos de ellos nacieron siendo poemas, pero poemas en una línea medio Ezra Pound (o lo que yo creía que era Ezra Pound, porque no leí mucho de él tampoco pero lo poco que cayó en mis manos me encantó). Y luego se transformaron bastante, pero mantuvieron ciertas características comunes: textos cortos, alejados de eso que se llama realismo, muchos de ellos sin tiempo ni espacio definidos, que describían más que una historia un pasaje en la vida de los personajes, algo que los definía... eso.

-¿Y qué nos dices de tu tercer libro de cuentos?
"Irina el sexo y la nueva izquierda", son cuentos más clásicos: prosa "pura y dura", textos más largos, introducción, nudo y desenlace, intenciones de ponerme moderno.

-Para ti ¿cuáles serían los rasgos de una narrativa "moderna"?
Bueno, el cuento moderno es una categoría bastante amplia, demasiado, pero a ver... Chejov es uno de sus inventores (y además, es un maestro). Y Hemingway, Cortázar, Kafka, Joyce... llegando a Bolaño, Carver, Cheever…  Yo creo que cada cual lo aborda a su manera, pero diría que cierta contención en la prosa (más "seca", más "dura"), el famoso iceberg (contar solo lo imprescindible), héroes del montón (o antihéroes), explorar la vida del hombre común y silvestre, finales abiertos, sucesos únicos y aparentemente intrascendentes, cierto nihilismo, cierto desencanto... a ese tipo de relatos me refiero.

-Hay dos grandes líneas del cuento moderno. Una sería la de Maupassant, Borges y Cortázar: un cuento cerrado y contundente, donde lo central está en la trama. Y la otra, la de Chejov, Joyce y Carver, en que lo esencial está en los personajes, en su psicología, y propende a los finales abiertos.
-Sí, me anoto en el equipo de Chejov y cía. De hecho, la mayor parte de lo que te dije se circunscribe a esa forma de abordar el relato. Si tuviese que hacer una antología de cuentos que me marcaron, estarían en el equipo titular: "La dama y el perrito", de Chejov, "La breve vida feliz de Francis Macomber", de Hemingway (o “Los asesinos”, o los dos), "El nadador", de Cheever, "Bailamos", de Raymond Carver, "El ojo Silva", de Bolaño, "Los muertos" de Joyce, "Animales hasta en la sopa", de Bukowsky. (También incluiría a Kafka, a Cortázar y a Borges, por supuesto, ¡nadie es tan puro!) Intento escribir como escriben los tipos que admiro, sin que sea algo muy premeditado.

-¿Cómo pasaste del cuento a la novela?, ¿cómo fue el proceso?
En primer lugar, quería hacer otra cosa, no otro libro de cuentos. No es que hacer otro libro de cuentos estuviese mal, fue algo personal el desafío. Y después, estuve un tiempo experimentando con el guión cinematográfico, soy bastante cinéfilo. El problema es que el guión no es un género literario, es una herramienta para que un director haga una película que un productor produce y financia y en la cual participa mucha gente. O sea: que depende de mucha gente y muchas circunstancias y yo no tengo ni mucha paciencia ni muchas habilidades sociales, así que decidí convertir un guión que tenía a medio camino en una novela. Y de paso, volver a los orígenes y descubrir el placer de crear a solas.

-Algo que me llamó la atención en tu novela, es que estuviera narrada en presente de principio a fin. ¿Tiene esto que ver con su origen cinematográfico?
¡Por supuesto! Una película (y por tanto, el guión) es algo siempre narrado en presente. Por otra parte, la tercera persona o la primera depende de qué tan "cerca" pongas la cámara, del punto de vista. ¡Pues yo la puse en la cabeza de Gustavo!

-Es exactamente la sensación que da. Cuando comenzaste esa historia, ¿sabías cómo iba a terminar o es algo que descubriste sobre la marcha?
Sabía cómo iba a terminar, el problema es que no terminó como yo pensé que sabía.
Pero... es muy poco recomendable lanzarse a escribir una novela sin saber cómo va a terminar (o al menos sin tener un final posible). Porque es una manera bastante segura de perderse por el camino. Una novela es un recorrido largo, es recomendable salir de casa con una brújula y con un destino posible en mente. A no ser que el propósito sea salir a caminar sin saber a dónde, lo cual como experimento también estaría bien. Así dicen que filman sus películas Wong Kar Wai, Win Wenders y capos de ese calibre (desconozco escritores de novelas que hagan lo mismo, pero debe haberlos).

-Tu novela me dio la impresión de no tener un tema, ya que avanza al ritmo vital del protagonista.
Me cuesta ser muy lineal, soy medio disperso, me cuesta mucho sintetizar una novela o un guión en una simple frase. Me gusta un poco de dispersión, algo así como una pieza de jazz, que parte de un tema y después improvisas, haces variaciones sobre el tema, lo enriqueces, o lo abordas desde otra perspectiva... El exceso de planificación y de acatamiento a las reglas puede acabar aburriendo al autor y empobreciendo la novela.

- Cuando comienza, uno se dice: “Es una novela de amores y desamores”, pero luego la obra parece distanciarse de eso y hablar más bien de ética existencial.
Totalmente. En realidad parte de un problema bastante puntual y hasta trivial para examinar cosas más profundas pero sin ponernos solemnes. La solemnidad me espanta, no podría adoptar la actitud de "oh, hablemos de la vida". Además, Gustavo tiene 23 años, ¡a esa edad la profundidad es casi involuntaria!

-El humor me pareció un recurso clave en tu novela.
Siempre admiré a los creadores que lo utilizan como un recurso expresivo, desde Mark Twain hasta Chaplin, Leo Masliah o Woody Allen. Tampoco me siento un comediante, intento usarlo como lo que es: un recurso. De todos modos, creo que en El perro... el humor está más presente que en mis relatos. Sentí que el personaje, sus situaciones y la forma en que estaba narrada la novela lo requerían.

-Unas preguntas más personales: ¿Por qué te fuiste de Cuba? ¿Cómo te adaptaste a Bolivia?
Me fui de Cuba porque es la "solución que ha elegido una buena parte de mi generación y la precedente (y elegirán las que vienen si la cosa sigue como va). Es una pena, pero lo cierto es que nos vamos en busca de un poco de espacio y oxígeno para crecer. Yo no elegí Bolivia; aquí me ofrecieron un trabajo y decidí venir a probar suerte por un año y ya llevo quince. Me adapté sin muchos problemas igual que me adaptaría en cualquier otro lugar que me abra los brazos. No soy un patriotero y puedo vivir sin la rumba, el béisbol y los frijoles negros. Mis nostalgias tienen otros alimentos y los nacionalismos me parecen la semilla de, si no todos, por lo menos la mayor parte de los males que nos azotan. Ala vuelta de todo este tiempo, ¿qué pienso? Que aquí he amado, tenido hijas, publicado y hecho amigos, así que nobleza obliga a agradecer. 

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