Saturday, November 26, 2016

No conozco...

JUAN FRANCISCO HERNÁNDEZ

«No conozco la región del lago Baikal, no conozco Siberia, ni siquiera he viajado nunca por encima del paralelo sesenta y cinco - y sin embargo estoy ahí sin duda alguna...», dice uno de los textos del libro «Deseo de ser piel roja», de Miguel Morey (XXII Premio Anagrama de Ensayo) uno de los libros de El Canon, el librero donde guardo mis libros de cabecera. Este fragmento refleja algo que siempre he sentido y que muchos otros han sentido también. Que todos estamos hechos de lo que hemos vivido, de las personas que hemos conocido, de la música que hemos escuchado, de los libros que hemos leído y de los lugares a los que hemos viajado. Pero también estamos hechos de todo aquello que no hemos vivido, de las personas que no hemos conocido, de la música que no hemos escuchado, de los libros que no hemos leído y de los lugares que no hemos conocido. En definitiva, somos lo que tenemos y lo que nos hace falta. Por igual. Yo, por ejemplo, siempre he dicho que los fiordos noruegos son el lugar más hermoso del mundo y que sería feliz viviendo en una cabaña de madera en las orillas de un fiordo. Nunca he estado ni siquiera en Noruega ni me he preocupado por ver fotografías de sus fiordos. Pero hay cosas que intuimos. Yo tenía un amigo que decía que estaba seguro de que el día que Natalie Portman lo conociera se enamoraría de él. Tenía una convicción absoluta de eso. Aseguraba que tal vez lo mejor era que nunca sucediera porque él no sabría entonces cómo manejar el hecho de estar casado con una estrella de Hollywood. Terminar por rechazar el encuentro le daba un consuelo. A lo que viene todo esto es a que hay en nosotros un espíritu enorme de aventura, de descubrir lo ignoto, de ser también descubiertos por lo desconocido. Es maravilloso tener la certeza de que el día que leas «En busca del tiempo perdido» o «Los hermanos Karamazov» tu vida va a dar un giro. O pensar que tu felicidad está en Groenlandia o en Timor Oriental. Cuando le conté de esto a un amigo me echó la típica perorata de que la felicidad la llevamos por dentro y que no depende del lugar en donde estemos. Es verdad eso, pero rompe con la magia de las utopías que yo le estaba planteando. Es como decirle a Peter Pan que debe ser más feliz en Londres que en el País de Nunca Jamás. Hay algo mágico en el hecho de amar lo desconocido y en pensar que hay otros lugares para nosotros, aunque nunca vayamos a estar ahí (y tal vez la magia consista en nunca llegar a estarlo). Fernando Pessoa en «El libro del desasosiego» hablaba del viajero más grande que llegó a conocer y que nunca salió de Lisboa. Viajaba en mapas y libros y postales y cartas y fotos y videos. Sin haber conocido nunca sitio en el mundo, era capaz de describir cualquier rincón, cualquier callejón de cualquier ciudad del mundo, con sus aromas, sus colores y sus gentes.


No comments:

Post a Comment