Monday, June 12, 2017

El ataque de las ratas negras

JUAN PASCUAL

“De los 10 surcos que hago en mi campo para cultivar arroz dos son para las ratas, uno para los pájaros y siete para mi familia”. 
Campesino filipino

Rattus rattus, nombre científico de la rata negra, un animal que si bien no está domesticado podemos considerarlo como el más doméstico de los animales ya que siempre está cerca de los humanos. Allá donde nosotros hemos ido nos ha acompañado este roedor para alimentarse de nuestros desechos o directamente de nuestras cosechas si la ocasión se presenta, como sucede en el caso que nos ocupa en el que veremos por qué las ratas negras, cuando se dan ciertas circunstancias, pueden arrasar los campos de cultivo.

Los múridos siguen por tanto teniendo un impacto muy importante en nuestra sociedad, en la agricultura, en la salud –pueden transmitir más de 60 enfermedades- y, cómo no, en pequeñas comunidades agrícolas que pueden perderlo todo, de la noche a la mañana, cuando de repente, las ratas, en masa, atacan sus cultivos. Sirva como dato el hecho de que estos animales devoran aproximadamente el 6% de la cosecha de arroz en Asia o, lo que es lo mismo, la cantidad de este cereal que consume un país como Indonesia, con 260 millones de habitantes.
Ejemplar de Rattus rattus: Rata negra. Fuente: By H. Zell – Own work, CC BY-SA 3.0

Viajemos pues a una pequeña población agrícola, en el estado indio de Mizoram. Corría el año 1910, la cosecha de arroz estaba pronta para ser recogida a primeros de septiembre cuando, de modo inesperado, miles, millones de ratas salieron de la jungla de bambú para adentrarse en los campos y acabar con ellos en 24 horas. Muchos agricultores perdieron el 100% de la cosecha, los más afortunados pudieron salvar un magro 20%. En zonas aisladas, mal comunicadas, sin ayuda humanitaria, muy escasa, o prácticamente inexistente en aquella época, la situación era desesperada y significaba –significó- para miles de personas la condena a muerte por inanición.

El párrafo anterior describe lo que en la zona se conoce como Mautam, palabra local compuesta que significa bambú (mau) y muerte (tam); es decir: la muerte que viene del bambú.

El Mautam, es decir, la invasión de las ratas que arrasan con las cosechas, no era un fenómeno nuevo. La mitología local explica cómo cada 48-50 años se produce esta auténtica marea de roedores que acaba con todo. Lo que no estaba claro hasta hace relativamente poco era la serie de eventos naturales que desencadena esta plaga. Y aún hoy se sigue investigando porque cuando este fenómeno se produce en una zona determinada no es raro encontrar comunidades físicamente muy cercanas en la que el impacto es pequeño o prácticamente inexistente.

Expliquemos pues qué desencadena este imparable aluvión de ratas que aparece cada 50 años, puntual a su cita, para arrasar con los campos de arroz y maíz y qué se puede hacer para evitarlo o por lo menos paliarlo.

La vegetación base de los bosques de esta región del sudeste asiático está constituida en su mayor parte por bambú. El bambú es crítico para estas comunidades ya que se usa como material de construcción, sus brotes tiernos forman parte de la dieta de animales y personas y su fibra se usa para confeccionar ropajes y papel. Entre las muchas especies de esta planta que se hallan en la zona destaca una denominada Melocanna baccifera que se caracteriza por poseer una particularidad única, a saber: sus ejemplares florecen de manera simultánea, de forma altamente sincronizada cada 48-50 años. Tras la floración aparecen los frutos, cantidades ingentes (entre 25 y 86 toneladas por hectárea) de un fruto que contiene muchos, variados y ricos nutrientes, concretamente: un 50% de almidón, 12% de proteína, 3% de minerales y un 0,5% de grasas.
Melocanna baccifera, una especie de bambú y sus frutos

Tal cantidad de alimento disponible tiene como consecuencia que algunas poblaciones de roedores, concretamente la rata negra Rattus rattus comience una vertiginosa carrera de velocidad reproductiva que le llevará a alcanzar poblaciones astronómicas: las ratas crían sin control, su progenie se multiplica a su vez, llegándose a una situación explosiva que desemboca en el Mautam.
Frutos del bambú mordidos por las ratas

En condiciones normales, las ratas ajustan su ciclo reproductivo a los meses del monzón. Entre junio y septiembre, el aumento de las precipitaciones activa la cubierta vegetal, lo que supone mayor presencia de alimento en forma de frutas e insectos. Por el contrario, los meses secos, los campos están vacíos o en barbecho y las ratas vuelven al bosque donde los recursos son limitados, conteniéndose así su ciclo de cría. Ahora bien, todo lo anterior cambia con el Mautam. La sobreabundancia de nutrientes provoca que los roedores lleven al límite su asombrosa capacidad de multiplicación. Las hembras se quedan preñadas cuando las crías aún están lactando y en cuanto paren, los lactantes, que aún están en la madriguera, son expulsados y deben iniciar la búsqueda de comida. La hembra, por supuesto, tardará pocos días en ser nuevamente cubierta y albergar nuevos embriones en su útero. Aunque todos los roedores –y también aves- aumentan su población, la rata negra es con diferencia la más abundante dada su eficacia reproductiva.
Distintas especies de múridos atrapados para su identificación durante el Mautam en distintas poblaciones. Obsérvese como la mayoría son ratas negras (Rattus rattus)

Su ventaja competitiva está basada en los siguientes factores:
  • Su capacidad para iniciar el ciclo reproductivo en cuanto haya alimento disponible.
  • Su capacidad para adaptarse a distintos tipos de alimento.
  • Su altísima capacidad reproductiva: contrariamente a lo que ocurren en los años normales, las ratas negras, durante el Mautam, comienzan a multiplicarse fuera de su estación (monzón).
  • Alta proporción de hembras que paren camadas consecutivas. Pueden llegar a tener 5 camadas por año, de unas 8 crías cada una (aunque pueden llegar a 12).
  • A los 3 meses son sexualmente maduras.

Hagan números y verán que por cada hembra que inicia el ciclo se puede llegar a 1.700 nuevos ejemplares en un año.
Necropsia de ratas durante el Mautam. Todas ellas presentan embriones y todas ellas están lactando

Los agricultores, obviamente, luchan contra esta plaga. Tanto es así que, en un episodio similar ocurrido en 1977, las autoridades locales pagaban dos rupias por cada cola de rata que se entregase. Se reunieron 2,6 millones de las mismas (un solo agricultor llegó a dar cuenta de 7.000 de ellas), pero los campos seguían llenos de invasores.
Técnicos inspeccionando montones con 30.000 colas de rata para identificar las especies involucradas. Las autoridades locales pagan 2 rupias por cada rabo entregado. Fuente: KPBS TV. Rat attack

Pero si hay tanta abundancia de los frutos del bambú, por qué las ratas atacan las cosechas de maíz y de arroz. Veamos el siguiente gráfico y sus consecuencias:


La curva verde señala el momento en que las semillas del bambú comienzan a estar presentes –finales de enero, primeros de febrero-  y cómo este output de alimento llega a su fin hacia los meses de julio y agosto, cuando las semillas de bambú germinan y dejan de ser un alimento disponible. Es entonces cuando las ratas, no olvidemos millones de ellas, se quedan sin su principal fuente nutritiva y justo entonces es cuando la cosecha de arroz está prácticamente en su punto: comida rápida, asequible y muy a mano para seguir con su enloquecido ciclo multiplicador. Además, las ratas más jóvenes que, como hemos visto, han sido expulsadas de la madriguera en cuanto la nueva camada llegaba, pesan muy poco –unos 50 gramos- y pueden trepar hasta la panícula e ingerir todos los granos sin dificultad.

Las consecuencias, ya las hemos descrito: hambre y muerte para los pequeños agricultores.

Este fenómeno no es único del sudeste asiático, se da también en Sudamérica (ratadas) y otras regiones como Australia e incluso Europa están expuestas a invasiones de ratas. No olvidemos las recientes plagas de topillos en los campos de Castilla y León. Todas ellas consecuencia de factores ecológicos favorables a la explosión reproductiva de estos animales.

Hoy la asistencia humanitaria en caso de catástrofes de esta naturaleza es mucho mejor pero aun así hay que buscar el modo de evitar que esto ocurra, o por lo menos paliarlo. Una de las soluciones que se han implementado cuando se acerca el año del Mautam es plantar variedades tempranas de maíz y arroz que se recolectan antes de que se agoten las semillas del bambú. No es la solución ideal ya que estas variedades son menos productivas, pero por lo menos se asegura una cosecha, aunque sea magra. Otra opción es plantar vegetales por los que las ratas no se sienten atraídas como algunas cucurbitáceas. El problema que presenta este recurso es que el precio de mercado de estos productos es muy fluctuante y una buena cosecha no es necesariamente sinónimo de unos buenos ingresos.

Por lo menos la previsibilidad del fenómeno facilita que la ayuda humanitaria esté preparada de antemano, aunque lamentablemente, aun así, no siempre llega a tiempo.

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De NAUKAS, 10/06/2017 


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