Friday, July 28, 2017

Melville el vikingo moderno

D.H. LAWRENCE

Para mí el gran visionario y poeta del mar es Melville. Su visión es más real que la de Swinburne, al no atribuir personalidad al mar, y mucho más sólida que la de Joseph Conrad porque Melville no adscribe al océano sentimentalismo alguno ni tampoco a los desdichados que sobreviven por esos mares.  Gimoteando sobre un pañuelo empapado como Lord Jim.

Melville tiene la magia misteriosa y extraña de las criaturas marinas y algo de su repugnancia. No es del todo un animal terrestre. Tiene algo de escurridizo. Siempre hay algo marino en él. En vida dijeron que estaba loco –o perturbado. No estaba ni loco ni perturbado. Pero estaba al borde de serlo. Una de sus mitades era un animal marino, como aquellos terribles vikingos de barba rubia que rompían las olas con sus afilados barcos.

Era un vikingo moderno. Sucede algo curioso con quienes tienen los ojos realmente azules. No son nunca completamente humanos, en el buen sentido clásico, humanos como lo son quienes tienen los ojos castaños: lo humano del humus de la vida. En las personas de auténticos ojos azules normalmente hay algo abstracto, elemental. Las personas de ojos castaños son, por así decirlo, como la tierra, que es un tejido de vida pasada, orgánica, compuesta. En los ojos azules hay sol y lluvia y un elemento abstracto, no creado, agua, hielo, aire, espacio, pero no hay humanidad. Las personas de ojos castaños son personas del viejo, viejísimo mundo: Allzu menschlich*. Las personas de ojos azules tienden a ser demasiado sutiles y abstractas.

Melville es como un vikingo rumbo a su morada, el mar, demorado por la edad y los recuerdos, y, por una especie de insuperable desesperación, casi delirante. Porque no puede aceptar la humanidad. No puede pertenecer a la humanidad. No puede.

* Demasiado humanos

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De Estudios sobre literatura clásica norteamericana, publicado en el blog CALLE DEL ORCO, 09/09/2013

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