Friday, September 22, 2017

Ni de noche ni de día

CLAUDIO RODRÍGUEZ MORALES

No saben cuánto les agradezco la compañía. Más aún cuando la lavadora emite su sonido moderno semejando una nave extraterrestre, mientras la familia hace sobremesa provocando el choque de las tazas de té con los platillos, el tenedor raspando la vajilla, el corte de un bistec nocturno con cebolla y ajo, la cerveza cayendo espumosa dentro el vaso, la ensalada de tomate sopeada con pan, la televisión encendida vuelta zumbido. Como si fuese yo mismo quien degustara lo servido en la mesa, me detengo frente a la pandereta y pego mi oído sin que me importe su dureza ni la pintura blanca sobre mi cara, intentando abarcar al máximo el aroma salobre de la cocina del otro lado. Durante el verano, dejo la ventana un poco más abierta para escuchar con claridad sus proyectos y problemas, un canto que me permite alcanzar el sueño tranquilo y mantener alejada la miseria. Mientras esté la luz encendida o sienta el murmullo de sus voces, profundo será mi respiro, equilibrada permanecerá mi alma y las ramas del árbol parecerán haberse detenido justo frente a mis ojos.

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De EVOLUCIÓN DE LA ESPECIE (blog del autor), 07/03/2017

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