Monday, November 6, 2017

“Yo coloqué el cuerpo de Marcelo en una caja de latón y se lo envié a Banzer”

ROBERTO NAVIA GABRIEL

Luis Arce Gómez está sentado en una silla de ruedas en el único patio que hay en el bloque A de la cárcel de máxima seguridad de Chonchocoro. El exministro del interior de la dictadura militar de 1980-1981 está tomando el sol tibio del altiplano, chupa un helado y dice que ya está por cumplir 80 años, 14 de ellos en una cárcel de Estados Unidos por delitos de narcotráfico y, desde julio de 2009, vive tras las rejas en Bolivia pagando una condena de 30 años por varios delitos, entre ellos, por el asesinato a Marcelo Quiroga Santa Cruz, Carlos Flores Bedregal y Gualberto Vega, la masacre de la calle Harrington, los delitos en contra de la Constitución Política del Estado y varios otros de orden económico en contra del patrimonio público durante la dictadura militar de Luis García Meza, que también fue sentenciado a esa pena máxima sin derecho a indulto.

Luis Arce Gómez, desde la palestra que le daba su ministerio de dictadura, dijo algo que se convirtió en inmortal: “Todos aquellos elementos que contravengan al decreto ley tienen que andar con su testamento bajo el brazo, porque vamos a ser taxativos, no va a haber perdón”.

Muchos años después, el perdón que él buscó en Bolivia fue pedir que le cambien la cárcel por una casa. A cambio quiso negociar información: decir dónde están enterrados los restos del líder socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, que fue asesinado el mismo 17 de julio de 1980 cuando Luis García Meza tomó la Presidencia de Bolivia con un golpe militar. 

Arce Gómez habita la celda estrecha 209 de Chonchocoro,  una especie de cueva que comparte con un preso brasileño y otro boliviano. Ya no está a cargo de la biblioteca del penal y se distrae viendo una tele que tiene al lado de su cama. Desde este desierto altiplánico, dice que vive de una jubilación de Bs 2.000, que se cocina porque la comida del penal tiene mucha grasa y que de vez en cuando van a visitarlo sus hijos y alguno que otro militar. 

¿Puedo entrevistarlo?
Sí, claro que sí. Primero quiero decirle que Luis García Meza fue un mal presidente. No se dedicó a gobernar Bolivia, sino a disfrutar la vida loca, a hacer fiestas. Vivía de fiesta en fiesta que él organizaba y le gustaba contratar a prostitutas, a muchas mujeres para que amenicen sus diversiones con música y alcohol. No dejó ningún legado, ningún trabajo con el que se le recuerde bien. Ahora, también es cierto que no estuvo mucho tiempo en el poder (17 de julio de 1980 hasta su renuncia del 4 de agosto de 1981).

¿Usted iba a sus fiestas?
No me llevaba bien con él ni él conmigo.  

Pero el destino hizo que ambos hayan sido sentenciados a 30 años de cárcel sin derecho a indulto por delitos de lesa humanidad y a pagar la culpa en la misma cárcel, en Chonchocoro de La Paz. ¿Cómo conviven dos enemigos en la misma cárcel?

No está en la cárcel. Solo en teoría está tras las rejas. Es mentira que García Meza está preso y en Chonchocoro. Él vive en el Hospital Militar de Cossmil de la ciudad de La Paz. Los militares lo protegen y le han dado ese privilegio, de que cumpla su condena fuera de la cárcel.  Ahora, es verdad que está enfermo, pero yo me pregunto, ¿por qué él puede ser tratado afuera y yo no? Yo también estoy enfermo, tengo diabetes tipo 2 y problemas en las piernas. Como me ve, paso varias horas del día en una silla de ruedas y no tengo un seguro médico como el que él goza. Yo aquí soy uno más de los presos. 

Solo una vez nos vimos las caras aquí. Fue en una audiencia. Esa vez no solo que no nos saludamos, sino que tampoco nos miramos. Peor darnos la mano o dirigirnos la palabra.

Entonces, si no eran amigos, ¿cómo es que lo hizo su ministro del Interior?
Él no fue el que me hizo ministro. Quienes me promovieron para ministro del Interior fueron los militares. Yo era una cuota de los militares que hicieron la revolución (así llama él al golpe de Estado que el 17 de julio de 1980 derrocó a la presidenta constitucional interina Lidia Guéiler Tejada). Fue mi curso el que encabezó todo eso.

Si usted tampoco lo quería a Luis García Meza, ¿por qué lo hicieron presidente a él?
Porque le correspondía por su jerarquía en aquel año y por su antigüedad. Me acuerdo que una vez el general Hugo Banzer me dijo: “Vos debiste haber sido nombrado presidente, no ese boludo de García Meza”. Banzer tampoco lo quería.

¿Me puede dar detalle de por qué usted no quiere a Luis García Meza?
Ahora porque se niega de todo lo que pasó en su presidencia y me echa toda la culpa a mí. No es valiente para aceptar sus responsabilidades. Quiero que el país sepa que yo le entregaba los partes, que eran los informes diarios que como ministro del Interior le hacía llegar personalmente cada día. Y él me los firmaba después de leerlos. Le daba su visto bueno para su ejecución o aceptación por las cosas que se hayan hecho en cada jornada. 

¿Esos informes forman parte de los documentos clasificados que el Gobierno de Evo Morales autorizó para su desclasificación?, ¿usted está de acuerdo en que deben ser revelados?
Yo soy el que más está de acuerdo con que esos documentos salgan a la luz, porque así Luis García Meza no me podrá echar la culpa a mí ni tratará de lavarse las manos. Pero lo raro es que esos papeles, según las FFAA, ya no existen, han desaparecido, no están. ¿Cómo es posible que eso haya ocurrido?, ¿quiénes son los interesados para que eso ocurra? Yo quiero que encuentren esos informes porque yo sé que existieron. En un gobierno militar era una regla que se presente de manera escrita todo lo que se hacía cada día. 

¿Qué intereses cree que hicieron desaparecer esos documentos, si es verdad que han desaparecido?
No lo sé. No sabemos si de verdad han desaparecido y si es así, tampoco se sabe cuándo fueron extraídos de los archivos de las FFAA. Ahora, voy a decir algo que puede ser muy delicado y revelador. Durante el gobierno de Luis García Meza recibíamos el apoyo y la fuerza de muchas personas jóvenes que apuntaban a convertirse en líderes políticos. Muchas de ellas ahora forman parte de cargos jerárquicos del gobierno del MAS. Pero no voy a decir nombres porque eso sería muy peligroso para mí. Pero yo sé bien quiénes son. Es curioso, esos que ahora son de un gobierno de izquierda, aquel año apoyaban a un gobierno de derecha. 

Durante su gobierno se registró derramamiento de sangre y el caso más emblemático es el asesinato a Marcelo Quiroga Santa Cruz y la desaparición de su cuerpo. ¿Usted lo mandó matar?
El que lo mandó matar fue el general Hugo Banzer Suárez. Tenía motivos para hacerlo porque Quiroga Santa Cruz le estaba abordando un juicio de responsabilidades por delitos que se le acusaban en su gobierno militar (1971-1978). El mismo Banzer me lo dijo.

¿Dónde están los restos de Marcelo?
Yo hice una propuesta al gobierno de Bolivia, de que me comprometía a revelar dónde están enterrados los restos de Quiroga Santa Cruz a cambio de que me den un beneficio: casa por cárcel. Es decir, que me permitan cumplir mi condena en una casa. Rechazaron mi oferta aduciendo que la justicia boliviana no se mercantiliza. Yo me río de eso, porque la justicia boliviana es una de las más mercantiles que existen.

¿Pero de verdad usted sabe dónde está enterrado Marcelo?
Sí, lo sé. Ya dije que está enterrado en la hacienda que tenía Banzer en San Javier (Santa Cruz), pero no dije el lugar preciso. Yo lo sé porque fue el mismo Banzer que me lo dijo. Me acuerdo cuando lo visité en su hacienda y me dijo: “A este carajo que quiso hacerme un juicio lo tengo enterrado aquí mismo, está bajo mis pies”. Y me apuntó el lugar.  

¿Cómo puede estar usted seguro de que Banzer no le mintió?
Me acuerdo que ese mismo día que mataron a Marcelo Quiroga, Banzer me llamó desde Santa Cruz a La Paz diciéndome que estaba enviando una avioneta para que yo le envíe en ella el cuerpo de Marcelo. La avioneta aterrizó en la pista militar de La Paz, coloqué los restos de Quiroga Santa Cruz en una caja de latón (hecho de una aleación de cobre y zinc), lo hice subir a la nave y lo despaché tal como me lo pidió Banzer. Y yo le creí al general cuando me dijo que lo había enterrado en su hacienda, porque  no hay que olvidar que en su hacienda, operaba una pista donde podían aterrizar avionetas.

Ahora, lo que yo ya no sé es si Banzer pudo haber sacado el cuerpo de su hacienda durante los años de su gobierno democrático (1997-2001). Banzer no era tonto. 

¿Está arrepentido de algo?
No ha valido la pena ser ministro. Solo estuve siete meses como ministro y no ha valido la pena. He perdido a mi familia, me he divorciado y no he acompañado en su crecimiento a mis ocho hijos. No los he visto crecer. 

Se le decía a usted que era el ministro de la cocaína. ¿Hizo dinero en su Gobierno?
Yo vivía en la casa de mi madre en Santa Cruz y ahora no tengo casa. Vivo con una jubilación de Bs 2.000, siendo que aporté mucho cuando era militar activo. Con ese dinero vivo y me compro mis remedios y me cocino porque la comida de la cárcel tiene mucha grasa y me hace daño. De vez en cuando me vienen a visitar mis hijos, porque la mayoría de ellos vive en el exterior. También me vienen a visitar algunos militares amigos que aún me quedan. Los del hospital Militar no me quieren. 

¿Cómo vive en la cárcel? ¿Qué necesidades tiene?
Vivo como me ve. En una celda pequeña. Tengo de compañeros de cuarto a un brasileño y a un boliviano. Por mi edad, ya no puedo hacer deporte, pero puedo ver televisión y leer y así me distraigo. Ya no estoy a cargo de la biblioteca del penal, hace poco se la pasé a un muchacho para que haga ese trabajo.

Luis García Meza y usted, junto a otros seis exmilitares de la dictadura, fueron condenados por el Tribunal de Roma a cadena perpetua por la muerte de una veintena de italo-latinoamericanos en la época del Plan Cóndor y también se anunció que lo quieren extraditar a Italia para que vaya a cumplir su condena, ¿qué dice de ello?

Yo puedo ir a Italia si me extraditan, pero en nuestro Gobierno no se mató a italianos. 

¿Quién hizo matar al padre Luis Espinal? Lo mataron cuatro meses antes de que usted sea ministro, pero cuando lo asesinaron usted era parte de Inteligencia de las Fuerzas Armadas. ¿Usted lo mandó matar?
No. Fueron otros, gente que se enteró de que Luis Espinal iba a publicar algo en contra en el periódico que él dirigía (el semanario Aquí). 

Luis Arce Gómez habla despacio, con una voz natural de anciano. El patio donde está ahora también funciona como una cancha de fulbito. Pero a esta hora de la tarde nadie está jugando. El exministro que nació en Lagunillas, Santa Cruz, en 1938, nunca pudo aprovechar el único lugar recreativo de la cárcel porque cuando llegó a Chonchocoro en 2009 ya tenía varios achaques de la edad. Para no aburrirse mira la tele o escucha la radio, toma un helado o conversa con otros reos. Y cuando el sol empieza a meterse en su escondite y el frío vuelve a gobernar en el altiplano, se levanta de su silla de ruedas y la empuja despacio, cruza la puerta del pabellón y dobla a la derecha y avanza por un pasillo a cuyos costados están las celdas. La de él se encuentra al rincón y camina hacia ella de memoria y adentro de ella las bajas temperaturas no entran. En la pared  cuelgan fotos de él, de sus seres queridos. Hay un almanaque que le recuerda que el tiempo no se detiene y que también tiene el capricho de pasar lentamente.

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De EL DEBER (Santa Cruz de la Sierra), 05/11/2017

3 comments:

  1. "En boca del mentiroso, todo se pone dudoso"; decía mi sabia abuela...

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  2. DÓNDE ESTÁ MARCELO
    Autor: Luis Rico.
    Atrás de las fortísimas columnas
    En medio de curules sobornados
    Buscando estoy a Marcelo inhabitado
    Con la misma persistencia testaruda.

    El ojo dictador puso en la mira
    Trayecto proyectil milimetrado
    La orden superior a los soldados
    Reprimir a nuestra gente dolorida.

    Marcelo cayó herido en las columnas
    Columna vertebral de los obreros
    Donde el p´ijchu vital de los mineros
    Se dispone a derrocar las dictaduras.

    Lo llevaron al cuartel de las infamias
    Al infierno inmoral de uniformados
    Y después de escribir nuestro calvario
    Toda huella fue borrada sin batalla.

    Marcelo puede estar en las palabras
    De la vieja reunión de intelectuales
    En la plaza de barrios marginales
    Donde nunca perderemos la esperanza.

    Dónde está Marcelo el compañero
    Se fue con la Bolivia esperanzada
    Hoy estamos otra vez en barricadas
    Por Marcelo somos todos semilleros.

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